Hace sólo dos días que comenzaron las tan esperadas vacaciones navideñas. Dos días en los que ya nos ha dado tiempo de ver, reflexionar, corregir. Dos días en que lo mínimo es lo suficiente para prender la llama que lo haga explotar todo por los aires. Nuestra familia ha vivido estos dos días con una tensión completamente diferente a la de otras semanas o fines de semana. Nuestros pequeños notan que algo es diferente, notan el agobio del resto de personas por la época de consumismo en la que vivimos, saben que no podemos salir demasiado porque hay muchísima gente en la calle yendo de un lado para el otro como “pollos sin cabeza”, escuchan los ruidos de petardos hasta altas horas de la noche, sienten que el mundo ha cambiado. Tienen una percepción de las cosas, que ojalá muchos de nosotros pudiéramos tener.  Es importante que sepamos y reconozcamos que van a tener crisis, y es importantísimo apoyarlos. Sin ir más lejos, los 3 pequeñines ayer tuvieron una bien grande. Empezaron en la ca

 ¿No os pasa que cuando llega un puente estáis deseando que llegue para poder descansar? Pues si tienes hijos con autismo sabrás que la palabra descansar no existe. Este puente se nos ha hecho larguísimo, y a pesar de usar todas las herramientas para poderlos ayudar al máximo, hemos visto que ha sido en vano. Los pobres han estado como pollo sin cabeza, intentando “sobrevivir” y entender qué ocurre, porqué  todos los días son domingo.  Se han sumergido en una gran ansiedad, y nos ha costado que salgan de ahí. Si lo piensas bien, esto sólo ha sido un breve aperitivo antes de las vacaciones de Navidad.  Y cuando llegas a esa conclusión te preguntas, ¿cómo las pasaremos? Como la vida es ensayo y error y de los errores se aprende, este puente nos ha servido para descubrir qué podemos potenciar y qué debemos evitar, y cómo hemos de comunicarnos con ellos en el día a día. Los primeros es que todos aquellos aparatos electrónicos que estén a su alcance hay que esconderlos; no queremos que se a