Las crisis TEA y el amor de la familia

 Ya he hablado en numerosas ocasiones de que las personas con TEA se intentan integrar en una sociedad que no comprenden, y hacen numerosos esfuerzos que acaban teniendo sus consecuencias. Todo esto puede hacer que sus niveles de frustración sean excesivamente elevados y terminen estallando. En nuestro caso sus estallidos son bastantes sonoros, por lo que tenemos que hacer grandes esfuerzos para poder bajar esos niveles de frustración y ansiedad que les provoca el mundo exterior.


Un nivel de frustración elevado se puede deber a muchísimos factores, es importantísimo investigar cuál es el factor o factores que están afectando para poder ayudar así a la persona con TEA. Es importante también entender que no podemos cambiar a estas personas neurodivergentes, pero sí que le podemos dar herramientas para ayudarlos en su autonomía y desarrollo. Tenemos que recordar que lo que vemos de la crisis de nuestros hijos es sólo la punta del iceberg, y por eso tenemos que ver la profundidad de lo que les ocurre, y como padres o familiares tener una paciencia infinita.


En nuestro caso hemos experimentado que las crisis por las que están pasado nuestros hijos, se manifiestan de manera totalmente diferente. J está experimentando nuevas situaciones y nuevas emociones que lo han llevado a que su nivel de frustración sea muy elevado; está empezando a experimentar que es diferente a sus iguales, además de que no es capaz de llegar a las programaciones de su aula, por lo que está continuamente alerta y su nivel de frustración sube y sube y sube. Ha experimentado momentos de rabia con llantos, gritos y demás . Como padres estamos aprendiendo que en estos momentos lo mejor es explicarle una vez lo que no se puede hacer cuando se pone así y luego ignorarlo para nosotros no acabar enfadados con él  y él no acabar aún más frustrado, pudiéndolo coger en brazos y calmar su frustración con nuestros brazos (abrazándolo) mientras lo mecemos. 

I por otro lado, muestra su frustración llorando y sobretodo metiéndose en su mundo, costándonos hablar con él. Por eso cuando lo vemos así, intentamos leer un cuento cerca suya o jugar con algo que sabemos que le gusta, para sacarlo de su mundo sin peligro.

M sin embargo es un poco más compleja, el ser una niña hace que su mundo sea un poco más intenso, tiene una memoria excepcional, no soporta a la gente, pero ella tiene la necesidad de intentar pasar lo más desapercibida posible por lo que ha pasado de no hablar con los niños, a intentar jugar con ellos o darle durante unos momentos la mano. Eso está provocando en ella una frustración bastante grande, lo que hace que estalle cuando llega a casa, dónde se siente confortable y libre para ser ella misma de nuevo. Le pasa algo parecido que a J, que él después de verse entre 4 paredes el llegar a un sitio confortable y seguro para él y sus hermanos, hace que puedan ser libres. 


Es importante que como padres tengamos muchísima paciencia con ellos. Para ellos estos momentos son extremadamente complicadísimos, no entienden lo que les rodea, ellos viven continuamente en alerta, en un mundo para ellos complicado y hostil. Continuamente tienen que intentar sobrevivir a juegos complicados que no entienden, tonos de voz desconcertantes, actividades difíciles para ellos, socializar, ruidos estruendosos, etc. 

Siempre hemos dicho que para nosotros lo importante es sacar el lado positivo de todo, hay momentos buenos, y algunos no tanto, pero como padres tenemos que hacer todo lo posible para ayudar a nuestros hijos. Nosotros tenemos herramientas a nuestro alcance que debemos usar, blogs de diferentes terapeutas, sus instagrams, libros, y muchas cosas más. En nuestras manos está ayudar a nuestros peques, los terapeutas son una herramienta más, pero el peso recae en nosotros, nosotros tenemos la llave de que ellos aprendan a controlar y conocer sus emociones, de que ellos crezcan y se vuelvan autónomos, de amarlos tal cuál son, sin intentar cambiarlos, aceptando su realidad, nuestra realidad. Y ayudándolos a caminar de la mano, dándoles todo nuestro amor y nuestra comprensión. Porque como bien dice mi pequeña M, somos una familia feliz, dónde todos los miembros somos igual de valiosos, sin importar las crisis y los momentos malos, dónde todos aprendemos continuamente a ayudar al otro, y a sacar lo mejor de cada uno, con esfuerzo y amor. 

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