Regresos. Bienvenido 2023

 Hace mucho tiempo que no escribo por aquí, este comienzo de curso ha sido frenético y una cosa ha enlazado con otra y puf. Llegaron las navidades, pasaron las navidades y vuelta a empezar un año más.


Hemos empezado el año con muchos interrogantes, pero también con muchos avances. Empezaré hablando de los interrogantes, dado que es la parte no tan sumamente positiva como los grandes avances. Cuando tienes peques con diferentes características, intentas encontrar aquello que de repuesta y ayude en las necesidades actuales de cada uno de ellos. No es fácil encontrar esto, puesto que a medida que los niños van creciendo, y se va forjando más su personalidad y su forma de ser y estar con los iguales y con los adultos, los niños cambian, evolucionan para adentrarse en las siguientes etapas que van a sucederles. 

Estos cambios son normales en cualquier desarrollo. Seguramente si piensas en tu niñez, descubrirás que efectivamente, tanto la vida como la madurez, han hecho que te conviertas en la persona que eres actualmente. Y si lo piensas, en un futuro no seguirás siendo la misma que eres ahora, porque todo evoluciona y se transforma. Pues lo mismo pasa con los niños que tienen diferentes capacidades. Ellos también maduran y crecen como personas, eso es sumamente positivo, en tanto en cuanto no supongan un choque para ellos; el problema viene cuando ellos empiezan a cambiar y el tipo de terapias y formas de trabajo con ellos, no empiezan a ser tan efectivas como lo eran cuando tenían menos edad. Y no importa si la terapeuta que tiene lleva tiempo con él y lo conoce,  o importa cuantos progresos haya podido hacer, lo que importa es que ese progreso ha encontrado una pared.

Pues esta es la pared que nos hemos encontrado con nuestro hijo mayor. J ha tenido grandes cambios este curso. Ha comenzado primaria, cambio de tutor, nuevos profesores, nuevas experiencias (entre ellas comenzar a entrenar en baloncesto); y entre cambio y cambio, y cuando parecía que habíamos encontrado un equilibrio para su día a día, resulta que aquello que pensábamos resulta que no es así. Nos hemos dado cuenta de que la terapia actual que tiene no le está funcionando, y no es porque la terapeuta sea mala (ni mucho menos), pero su evolución como persona, como niño, como autista, no está yendo de la mano con las terapias que actualmente está recibiendo. Sabemos que muchos padres habrán pasado ( estarán pasando) por lo mismo que nosotros, y lo que seguro sienten es inquietud por el qué se puede hacer. En nuestros caso, llevamos valorándolo un trimestre y algo más; mirando con lupa las necesidades reales de nuestro hijo. Y este tipo de decisiones, tienen un sentimiento entre culpa y miedo. Culpa por sentir que le has “hecho perder el tiempo” tanto al peque, como a la terapeuta y a la propia familia. Miedo por si el cambio no le sienta del todo bien, por si la nueva terapeuta no llega a las necesidades del peque. 

Todo esto es un riesgo necesario para avanzar, para seguir avanzando. Para no quedarnos estancados y que la frustración al final sea aún mayor. Hay veces que nos tenemos que arriesgar para conseguir un bien mayor. Y cuando a algo que se le ha dado otra oportunidad vemos que no funciona, sentarse y respirar, y buscar el cambio que ayude.


Pero como he dicho al principio, no sólo empezamos con interrogantes, sino también con avances, que para nosotros son grandísimos.

I, por fin, ha podido ir al baño ha hacer sus necesidades, lo está logrando, lo está consiguiendo después de 5 años y…. La primera vez que hizo caquita incluso eché unas lágrimas del orgullo que sentía por mi hijo. Es curioso ver lo que puede llegar a dar felicidad, para unos un coche o un viaje, y para otros (como nosotros) que tu hijo pueda ir al baño como los demás. I sigue intentándolo todos los días, y cada día yendo al baño es un día ganado.


Como podéis ver la vida es sumamente curiosa e interesante. Siempre hay momentos que te hacen llorar, que te hacen sufrir, pero que sin duda te hacen también avanzar.


Entradas populares de este blog

Carta abierta de reflexiones

Ser un caradura, ser un hipócrita

Las alas de Aarón